ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 16º del T. Ordinario B


Vuelven los apóstoles de la misión contando a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado. El domingo pasado contemplábamos como los mandaba, de dos en dos, con una serie de recomendaciones.

Estar con Jesucristo, ser enviado por Él y volver a Él. ¡He ahí las características que constituyen la vida del apóstol!

Hay cristianos que, cuando van a realizar una tarea apostólica de modo individual o en grupo, comienzan ante el Sagrario de la parroquia y, después que la han realizado, vuelven de nuevo a él.

Jesús se lleva a los Doce en barca a un sitio “tranquilo y apartado” a descansar un poco. ¡Se los lleva de vacaciones!

¡Qué importante es ir de vacaciones con el Señor!

Yo digo a veces que en la vida espiritual no puede haber vacaciones. Porque ésta no consiste en el cumplimiento de unos deberes religiosos, sino que comporta el cuidado de una vida nueva, con todas sus necesidades y exigencias.

Cuando S. Juan Bosco hablaba a los jóvenes que atendía en el colegio, de las vacaciones, les decía que son la “vendimia del diablo”. ¡Que no sea así para nosotros! Que en las vacaciones, los que podamos tenerlas, haya espacio para cuidar de la vida de Dios en nosotros.

Hay cristianos, muchos cristianos que lo hacen así. Y ¿quién no recuerda las “actividades de verano” que organizan colegios e instituciones de la Iglesia, para que tantos pueden “descansar un poco”?

Jesús veía que había gente que andaba como “ovejas sin pastor”. Y, al embarcar con sus discípulos, los reconocieron, se les adelantaron y cuando llegaron al lugar elegido y desembarcaron, se encontraros con una multitud en busca de Jesús.

Y dice el Evangelio que a Cristo le dio lástima de ellos; “y se puso a enseñarles con calma”. ¡Le estropearon las vacaciones al Señor!

Pero su reacción no fue de enfado o nerviosismo; no les dice: “¿No saben que tengo que descansar?” Nosotros diríamos: “¿No saben que estoy de vacaciones? Vengan otro día…”

No podemos olvidar que las vacaciones no constituyen un valor absoluto. Hay muchas personas que, en el tiempo de vacaciones, tienen que trabajar mucho, especialmente y, en algunas ocasiones, las madres. O tienen que resolver unas necesidades urgentes, o tienen que cuidar un familiar o amigo enfermo o que necesita ayuda. ¡Y tantas cosas más…!

Pero para eso, hace falta tener un corazón bueno y sensible como el de Jesucristo que “sintió lástima” de aquella gente…

Frente a aquellos malos pastores del Antiguo Testamento, que dispersan a las ovejas y no las guardan, Jesús es el Pastor bueno que anuncia el profeta (1ª lectura). Un descendiente de David que se llamará “el Señor nuestra justicia”.

Él es el verdadero Pastor del Nuevo Testamento. Y Él cuenta con nosotros, miembros de su Cuerpo, para que le ayudemos, con palabras y obras, a continuar siendo el Pastor bueno de su pueblo.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR! ¡BUEN VERANO!

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