ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 18º del T. Ordinario B


Después de la multiplicación de los panes, la gente estaba exaltada. Y decían: “Éste sí es el Profeta que tenía que venir al mundo”. “¿Y ahora qué hacemos? Primero, proclamarlo rey. Y después, disfrutar del “pan” que nos da”.

Por eso le andan buscando. Y Jesús lo sabe.

Es lo mismo de siempre: Un mesianismo regio, temporal, triunfal…

Jesús les habla de otro mesianismo, de otro quehacer: “Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.”

Y el trabajo que el Padre quiere, consiste en creer en el que Él ha enviado.

Por tanto, tienen que buscar otro pan, otro trabajo, otro reino. Tienen que creer que Él es el Mesías.

Y terminarán por decirle: “¿Y qué signo haces tú para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del Cielo les dio a comer”. (1ª Lect.).

Los judíos no le piden a Jesús otro milagro como el que acaban de ver, sino “el signo”, “la obra” que tiene que realizar… Como Moisés, como los profetas… Entonces, creerán en Él.

Y es impresionante constatar que “el gran signo”, “la gran obra de Jesús” es la Eucaristía, el misterioso “Pan del Cielo”, del que nos habla. “El Pan de Dios es el que baja del Cielo y da la vida al mundo”.

Él, en definitiva, ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Jn 10, 10).

Ellos entienden perfectamente que se trata de otro pan distinto al de Moisés. Y por eso le dicen: “Señor, danos siempre de ese Pan”.

Y Jesús les contesta: “Yo soy el Pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.

Por eso proclamamos en la Eucaristía: “Este es el Sacramento (el Misterio) de nuestra fe”.

Y si creemos que Jesús es el verdadero Pan de Vida, tenemos que continuar escuchando y meditando sus palabras en estos domingos, para llegar a una mejor y mayor comprensión de “su obra” y podamos alimentarnos cada vez mejor y con frecuencia de ese Pan.

De este modo, podremos llevar a la práctica la exhortación de S. Pablo (2ª Lect..): el cristiano tiene que distinguirse de los gentiles, que andan “en la vaciedad de sus criterios”, porque ser cristiano es ser diferente.

¡Feliz Día del Señor! ¡Buen Verano!

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