ECOS DEL DIA DEL SEÑOR. Domingo IV de Pascua A


“¡Ha resucitado el buen Pastor, que entregó la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey! Aleluya”.

Esta es la exclamación que surge hoy de los labios y del corazón de toda la Iglesia, exultante de gozo, al llegar al Domingo del Buen Pastor.

Una de las imágenes más atrayentes de Jesucristo es ésta, que nos lo presenta como el Buen Pastor de su pueblo. Todos sabemos qué es un pastor y lo que hace un pastor: Cuida de las ovejas. De todas y de cada una. Las alimenta, las guía, las cura, las guarda en el aprisco. ¡De igual modo, cuida el Señor Resucitado de cada uno de nosotros!

¡Cuántas reflexiones podríamos hacer sobre todo ello!

El Evangelio de hoy nos dice que “las ovejas atienden a su voz, y Él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando las ha sacado todas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”.

De esta forma, el Señor Jesús se asemeja al Padre, que, en el Antiguo Testamento, se presenta como el Pastor de su pueblo Israel.

En el salmo proclamamos llenos de confianza y de alegría: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”.

¡Dichosos nosotros que tenemos un Pastor así!

Este domingo Jesús se presenta también como “la Puerta” del redil de las ovejas. Y dice: "Quien entre por mí, se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos…” “El que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido”.

La puerta es el lugar de acceso, por ejemplo, a una casa, a un aprisco… Y es hermoso también contemplar a Jesucristo Resucitado como “la Puerta”, el lugar de acceso a la salvación, a la vida, a la dicha temporal y eterna. Por eso, cuando el día de Pentecostés, la gente pregunta a Pedro y a los demás apóstoles qué tienen que hacer, Pedro les contesta: “Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo…” “Y aquel día, nos dice la primera lectura, se les agregaron unos tres mil”.

Y en este marco celebramos hoy la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la de las Vocaciones Nativas. Y es que Jesucristo, para continuar siendo el Buen Pastor de su pueblo, ha querido tener necesidad de nosotros, de todos y cada uno de nosotros. Así toda la Iglesia ha quedado asociada a este misterio de vida y salvación universal. La Iglesia es Cuerpo de Cristo, Buen Pastor. Y, entre todos, elige el Señor a niños y jóvenes para que entreguen toda su vida, todo su tiempo, toda su capacidad de amar…, al servicio de esta misión formidable. Para ello se consagran, de un modo nuevo, al servicio del Reino de Dios; por eso hablamos de “vocaciones de especial consagración al servicio de la Iglesia”. Son los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los misioneros y misioneras, etc. Y ya sabemos que en la vida de la Iglesia “todo es don”. Por eso la oración es fundamental, como nos enseñó el Señor Jesús: “Rogad al Señor de la mies que envíe operarios a su mies” (Mt 9, 37-38).

Y además, quiere el Señor que colaboremos también con Él, haciéndonos portavoces de su llamada, porque Él hace resonar su voz en diversas edades y en las circunstancias más diversas.

Se suele decir que en esto, como en todo, “donde se trabaja hay vocaciones”.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

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