ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR: La Exaltación de la Santa Cruz


¡Exaltación de la Santa Cruz! ¡Es la fiesta del 14 de Septiembre, que este año cae en domingo!

Pero, ¿cómo podemos exaltar una cruz? S. Pablo nos dice que “Cristo por nosotros se hizo un maldito. Porque está escrito: maldito el que cuelga de un madero”. (Gál 3, 13).

¡He ahí la cruz, signo de muerte, de vergüenza y de afrenta, exaltada!

¿Por qué? Veamos:

Está escrito: “Para los que aman a Dios todo les sirve para el bien”. (Rom 8, 28). Del sufrimiento, del mal, y de la misma muerte, puede extraerse algún bien. Ya dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga”. Por eso en la hora del sufrimiento, tendríamos que preguntarnos: ¿y qué bien querrá el Señor que yo saque de este mal?

¡Jesucristo es el cumplimiento de la Palabra escrita! ¡Nadie como Él ha sabido sacar bien del mal! “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo”!, gritaban los judíos en el Pretorio (Lc 23, 21). Desde entonces el Señor es “el Crucificado” por excelencia. Por su Pasión y Muerte, terrible e ignominiosa, y por su Resurrección gloriosa, obtiene para todo el mundo los bienes de la salvación. Salvación que significa liberación del pecado y del mal; que es un torrente de vida, de dicha y de felicitad para todos, en el tiempo y en la eternidad; que es anuncio de liberación integral para todo hombre oprimido por cualquier tipo de mal.

¡Desde aquel día la cruz cambió de significado! En efecto, después de la muerte de Cristo no se abolió la crucifixión, pero la cruz quedó ya herida de muerte, porque la misma cruz, como decía antes, había cambiado de sentido. ¡Ahora es la Santa Cruz! En ella contemplamos la fuente de la vida, de la salvación y de la dicha verdadera; la raíz y el fundamento de toda esperanza; el estímulo, el aguijón del amor que se entrega.

Por eso se han hecho cantos, himnos, poemas, a la “Santa Cruz”. La segunda lectura de hoy puede considerarse un canto al misterio de humillación y exaltación de Cristo en la Cruz.

¡Por todo esto se exalta la Cruz! Es la fiesta que celebramos hoy. Y a la luz de esta fiesta, se celebran en toda la Isla de Tenerife las llamadas fiestas de “los Cristos”, comenzando por la del Santísimo Cristo de La Laguna.

Es ésta una fiesta muy antigua. Su luz bienhechora ha cruzado, radiante, toda la historia de la Cristiandad. Está vinculada a la Dedicación en Jerusalén de dos basílicas: La del Gólgota y la de la Resurrección.

Era, en efecto, el 13 de Septiembre del año 335. Al día siguiente, es decir, el día 14, se exponía a la veneración de los fieles “la verdadera Cruz del Señor”, que había sido encontrada por Santa Elena, la madre del Emperador Constantino, un 14 de Septiembre. ¡Era la exaltación de la Santa Cruz! ¡Nacía una nueva fiesta cristiana!

Cantemos, por tanto, al árbol de la Cruz, en el que Cristo, el Señor, no cesa de señalarnos dónde se encuentran las fuentes de la salvación y de la verdadera vida: ¡Salve, Cruz! ¡Esperanza de un mundo sediento y atormentado por tantas cruces, que aún persisten! ¡En ti contemplamos y exaltamos el origen y el fundamento de nuestra salvación y de nuestra victoria!

Es el misterio del amor del Padre, del que Jesús le habla a Nicodemo en el Evangelio. Y en el salmo se nos invita a no olvidar las acciones del Señor.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR! ¡FELICES FIESTAS DEL CRISTO!

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